viernes, 6 de mayo de 2016

Herramientas del oficio

Hay una serie de herramientas que se han convertido en imprescindibles para mí a lo largo de estos años en el oficio de la escritura. Algunas son muy convencionales, otras sólo resultarán familiares a aquellos que se encuentren en la misma pelea por dominar el caótico proceso creativo.
  • Cuadernos de colores: Uno para cada género. En ellos anoto, en párrafos breves, las ideas para nuevas historias. Como curiosidad, tengo uno específico junto a la cama para apuntar esos sueños que resultan tan nítidos al levantarnos por la mañana pero que acaban desvaneciéndose a lo largo del día.
  • Cuaderno "de novela": Éste es más grande y diferente a los anteriores. Lo uso para apuntar todo lo que se me ocurre de la novela que esté desarrollando, desde la trama (con la estructura de escenas), a los personajes (con sus descripciones, pasado, árbol de relaciones, etc). También hay sitio para lugares, objetos, detalles o frases concretas... La mayoría de estas cosas no llegan nunca al manuscrito final pero éste no podría existir sin ellas.
  • Tarjetas: Mencionadas siempre en los manuales de guión cinematográfico, resultan muy prácticas, por ejemplo, para tener a mano a los personajes que aparecen en un capítulo (y sólo a esos) con sus descripciones. Su uso tradicional es dividir y numerar las escenas, para facilitar la tarea de ordenar la narración. También se pueden preparar tarjetas para lugares u objetos.
  • Bolígrafo de cuatro colores: Comprado por nostalgia de la época estudiantil pero realmente funcional. Resaltar, tachar o añadir, todo en uno.
  • Portátil: Es la herramienta menos romántica de todas pero también la más obvia, porque no se puede escribir sin él. Dejando eso de lado, resulta especialmente útil para otras cosas, como conseguir documentación, imágenes o música de fondo que vaya con nuestra historia.
  • Café: ¡Café, café, café!

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